-¿Tenéis servicio de habitaciones?-pregunté desconcertada.
-No-dijo rotundamente.
Derepente salió del baño un chico rubio. Le miré sin entender anda, ¿era él queien me había organizado todo esto?
-Entupido fuera de aquí-dijo Khalil.
El chico rubio se acercó a mi, sin hacer caso a Khalil. Cuando se acercó lo suficiente, me di cuenta de que tenía tatuado 2 líneas negras debajo de sus ojos verdes. Era un Serc. Se presentó como Brutus al tiempo que alargaba la mano para saludarme. Dude un minuto en dársela pero luego recordé que los Sercs solo te mataban tocándote mucho.
-Terri Chaverry-dije estrechándole la mano- ¿Has hecho tu todo eso?
-Sí,¿te gusta?-asentí- No sabia como organizarte la ropa…
-Que te vayas-dijo Khalil.
Brutus se giró y miró directamente a Khalil. Los dos tenían una expresión seria, de tensión. Hubo un momento incomodo de silencio. Gracias al cielo, Brutus rompió el silencio, aunque lo que dijo no hizo que las cosas mejoraran mucho:
-Me iré si ella quiere que me vaya.
Los dos se giraron y observaron mi reacción. ¿Qué se suponía que tenía que decir? Si decía que no me importaba que Brutus se quedara, Khalil se iría y viceversa. O me quedaba con mi guardaespaldas borde o con un chico que me había arreglado el cuarto y no conocía de nada. Decidí la opción mas fácil aunque también la mas cobarde.
-Prefiero estar sola.
Los dos se fueron a regañadientes. Estando sola, abrí todos los cajones. Había de todo, parte era ropa mía y otra era completamente nueva, incluso un uniforme nuevo que parecía de mi talla. Lo que mas me sorprendió fue el cajón lleno de chocolates, había tabletas y tabletas. Cogí una tableta al azar y me metí en la bañera. No salí en toda la tarde.
Me dirigí junto a Khalil a la última clase del día, química, que por suerte era algo que se me daba bien. El resto de clases habían sido desastrosas. Khalil me había acompañado a todas y, aunque era un poco estresante tener a alguien detrás todo el rato, lo agradecí pues no tenía ni idea de donde se daban las clases.
-¿Sabe mi tía Helen que estoy aquí?-pregunté de repente.
-Sí-se alejó riendo al gimnasio.
No sabía que le encontraba de gracioso a la pregunta. Quizás mi tía estaba preocupada en casa mientras que yo estaba dando química en un instituto dejado de la mano de Dios.
-Hola-dijo alguien amablemente.